Pensamiento...
Los cabalistas dicen que una vez que el hacha inexorable del destino cae sobre ti, no hay mas que hacer sino resignarse a ser partido en dos, ya que una vez que nos entregamos a ello este sabrá recompensarnos. dije ¿cabalistas?, pudo haber sido el Cuco, ese viejecito que recoge latas en la puerta del vecino cada día al salir al trabajo, le encuentro revolviendo la basura en busca de esos recipientes de aluminio que le permitirán a lo sumo, permitirse algunos mililitros de alcohol en la tienda de doña Claudia; una gorda que apenas puede estirar el brazo para darte el cambio, pero de sonrisa amplia, casi tanto como su culo, te sonríe y dice: Que le vaya bien joven. ¿Joven?, si soy antediluviano atrapado en el cuerpo de un tipo de casi 30 años!. Ojala eso representara la sabiduría y el conocimiento, pero solo tengo el dejo y amargura del que tiene mil vidas en su haber, empeñado en su búsqueda de conocimiento, sin saber si quiera lo que significa esa palabra. Recordando como cada vez que parece que acaba de alcanzar algo, esto, como agua, se diluye entre sus dedos, ¡coño! para haber vivido tanto me sigo comportando como un inmaduro chaval!.
Voy al trabajo como cada día, hago las labores de cada día, una llamada por aquí, unos cientos de mails y pendientes por allá, una reunión a las 2, y así hasta que considero que ya es bastante para un día, veo las caras de todos, cansados pero contentos ya que al llegar a su casa habrá alguien aguardando por ellos, comida caliente, una sonrisa, un ¿como te fue hoy?, yo por mi parte, subo al coche y deambulo sin rumbo fijo, evitando llegar pronto a casa, posponiendolo para que cuando llegue el momento este tan hastiado que solo tenga ganas de dormir, y no me percate de lo frió de la paredes, de lo incomodo de mi casa, de la desolación de mi refrigerador, del olor a ropa sucia de rincón. Pero no consigo evitarlo, una vez que viro mi vista en cualquier dirección me percato de todo ello, miro las botellas, cientos de ellas, llenas de orina de quien sabe cuantas semanas...
Voy al trabajo como cada día, hago las labores de cada día, una llamada por aquí, unos cientos de mails y pendientes por allá, una reunión a las 2, y así hasta que considero que ya es bastante para un día, veo las caras de todos, cansados pero contentos ya que al llegar a su casa habrá alguien aguardando por ellos, comida caliente, una sonrisa, un ¿como te fue hoy?, yo por mi parte, subo al coche y deambulo sin rumbo fijo, evitando llegar pronto a casa, posponiendolo para que cuando llegue el momento este tan hastiado que solo tenga ganas de dormir, y no me percate de lo frió de la paredes, de lo incomodo de mi casa, de la desolación de mi refrigerador, del olor a ropa sucia de rincón. Pero no consigo evitarlo, una vez que viro mi vista en cualquier dirección me percato de todo ello, miro las botellas, cientos de ellas, llenas de orina de quien sabe cuantas semanas...
Encontrado en un borrador de Gmail del 16 de Septiembre del 2008, si es de mi autoria, estaba tan borracho que no lo recuerdo...
Dalkiel (Aká Aruwiri)
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