Leiklad
Regreso a casa.
Leiklad sigue igual que hace 20 años...
Las mismas calles solas y amplias que dejan libre el paso al viento y a uno que otro distraído perro que de vez en cuando aparece por ahí.
Puedo ver a lo lejos el carcomido edificio donde antaño se oficiaba misa. Acudíamos los domingos a escuchar la palabra del Señor, aderezada con los comentarios decadentes y lapidarios del sacerdote, el cual gritaba a los cuatro vientos que el mundo estaba por llegar a su fin, por ello, deberíamos estar en gracia con Dios, para que cuando su ira llegara a este pueblo de tres al cuarto pudiésemos estar a su lado... muertos pero con Dios.
El infame párroco no se equivocaba, solo que el destino no seria tal como lo pregonaba... el infierno llegaría poco después a esta localidad...
La puerta que cierra el paso a la iglesia esta semicerrada, con algo de fuerza logro vencer su mecanismo; hay hedor a humedad y a guano... una mezcla mortal, pero la curiosidad y sobre todo, la nostalgia me obliga a entrar y a recorrer ese lugar que tanto regocijo y temor me causo, el cual también salvo mi vida aquel día fatal.
Al frente puedo ver el púlpito, el tablado que vestía baño de oro, ahora es un mueble plagado de una capa de mugre y manchas negras que imagino deben ser los rastros de sangre coagulada de hace mucho tiempo, al centro, aún en pie con un garbo y orgullo envidiables, la imagen de Cristo Rey, otrora patrono de Leiklad. Tantas misas, tantas fiestas oficiadas en su nombre; el mes de noviembre era la fecha mas importante para nosotros, cuando venían peregrinos de todas partes a rendir culto a este Ídolo.
No se si persignarme por los viejos tiempos o escupir esta vetusta figura, el gargajo hace algo de limpieza en él, aunque su color verdusco lo hace ver morboso.
Me encuentro en la plaza principal, a unos metros de la Iglesia, la plaza como antes, luce desierta, el pequeño kiosko que fuera el emblema de un mediocre gobernante de esta ciudad sigue ahí impávido, testigo silente de todo lo que sucedió , al frente veo el portal con sus fincas destruidas casi reducidas a cenizas; avanzo con paso lento sin rumbo fijo, recordando cada uno de esos lugares.
Raymundo no se ha dado cuenta, pero hay alguien que lo observa mientras avanza por lo que antes fue conocida como avenida Juarez, en honor aquel gran hombre que hizo tanto por nuestro País, un hombre de los que hace siglos no existen.
Los ojos de quien lo vigila se posan en él, creen reconocerlo pero no esta seguro, la ultima vez que le vio era mucho mas pequeño y comentaron que había muerto en el ataque. Ya fuera de su vista, se dispone a correr entre las construcciones dando aviso de la llegada de aquel extraño sujeto.
Los ojos de quien lo vigila se posan en él, creen reconocerlo pero no esta seguro, la ultima vez que le vio era mucho mas pequeño y comentaron que había muerto en el ataque. Ya fuera de su vista, se dispone a correr entre las construcciones dando aviso de la llegada de aquel extraño sujeto.
Recuerdo que en esta esquina vivía Eloisa, descendiente de ricas familias de la localidad, fue mi primer amor, el primero imposible, debido a mi condición social. Fui su objeto preferido para las burlas por mi apariencia y mis ropajes, para mi era un sol radiante, una linda niña, delgada, blanca como la leche y mucho mas alta que yo, estuvimos juntos desde los primeros años de educación, hasta que partí de ese lugar. La ultima vez que conviví con ella, ya se le consideraba una solterona amargada y pobre... vueltas que da la vida.
Unas cuadras mas abajo vivía la familia Riquelme, familia a la que estuve a punto de pertenecer en dos ocasiones antes de comprender que mi destino no era el del padre de familia a cargo de mujer e hijos, sino que me esperaba algo mas...
Raymundo, ¿eres tu?, me dijo una voz que me resulto familiar, al voltear mi vista con rumbo a donde provenía, me encontré con la sombra desdibujada de lo que alguna vez fuera una de mis mejores amigas, Karla, la niña de la sonrisa plateada, por aquellos braquets que usaba en el secundaria, una de las mas hermosas de esa época, también estuve enamorado de ella, soñaba con tocar sus labios, con estrechar su cuerpo contra el mio, en aquellas febriles noches de adolescencia, en las que el deseo se mostraba por primera vez.
Tenemos la misma edad, pero ella es una anciana carcomida en cuerpo y alma, apenas cubierta con andrajos, le mire impávido,
¿Karla?, si, soy yo!,
tu eres Ray, verdad?
Si, le conteste, ¿que te ha pasado Karla?,
las cosas en Leiklad han cambiado mucho, te aconsejo que vuelvas por donde viniste y nunca mas regreses aquí no hay nada para ti, vete, vete ahora antes de que no puedas regresar.
¿Karla?, si, soy yo!,
tu eres Ray, verdad?
Si, le conteste, ¿que te ha pasado Karla?,
las cosas en Leiklad han cambiado mucho, te aconsejo que vuelvas por donde viniste y nunca mas regreses aquí no hay nada para ti, vete, vete ahora antes de que no puedas regresar.
Karla, por favor, le dije mientras la tomaba de los hombros, dime como encuentro a Sebastian, he venido a buscarlo.
¿Sebastian?, estas loco, el hace tiempo que desapareció, nadie sabe donde esta, algunos dicen que el fue responsable de lo que paso.
No, te equivocas Sebastian sigue vivo el fue quien me contacto y me pidió que regresara, por eso estoy aquí.
Ray, te lo digo yo jamas lo he visto desde aquella vez y han pasado mas de 20 años, el no esta aquí, mejor vete.
Mientras me decía aquellas palabras se interno en una de las casas cerrando en mis bruces la puerta. La noche llego de golpe, mientras golpeaba la puerta de Karla, sin que se dignara a abrirla
Un golpe seco se escucho, algo golpeo la nuca de Raymundo y este cayó; tres sujetos tomaron su cuerpo inerte y lo llevan consigo....
No tiene idea de lo que le espera....
Dalkiel (Aká Aruwiri)
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